LA HISTORIA DE LOS MARTIRES DE TAZACORTE





Ignacio de Azevedo y Abreu, nacido en Oporto en 1526, fue paje en la corte del Rey Juan III de Portugal desde 1539. Dos años más tarde entra en la Compañía de Jesús, llegando a ser nombrado sucesivamente, rector de los colegios de San Antonio de Lisboa, Coimbra y Braga y más tarde Viceprovincial de Portugal.
En una carta al Papa en 1565 solicita ser enviado a las Indias como misionero. Accediendo a esta petición, es enviado a Brasil como Visitador de la provincia jesuítica. La patente de Visitador fue firmada por San Francisco de Borja, por aquel entonces, General de la Compañía. Aprovecha su etapa en el país recorriendo Río de Janeiro, Bahía, Sao Paulo..., encontrándose en ocasiones con el Padre José de Anchieta y, probablemente con el que llegara a ser Apóstol del Paraguay, el mártir palmero Padre José de Arce y Rojas.
Regresa a Lisboa el 31 de octubre de 1568 y es recibido en audiencia por el Rey don Sebastián. Al año siguiente se dirige a Roma en compañía del embajador don Juan Telos de Meneses y es nombrado Provincial del Brasil, con lo que adquiere la potestad para reclutar una expedición de misioneros.
El Papa San Pío V lo recibe en Roma y le obsequia con diversas reliquias para que fueran veneradas en las nuevas misiones, así como un retrato de la Virgen, copia del original -que se custodia en la capilla Borghese de la Basílica de Nuestra Señora La Mayor de Roma-, atribuido al pincel del Evangelista San Lucas.
Ignacio recorre Madrid, Valencia, Barcelona, Medina del Campo, etc. En Portugal visita Évora, Coimbra, Braga. En todas estas zonas iba alistando voluntarios.
El día 3 de mayo de 1570 concentra en Val del Rosal a los 77 misioneros en la fiesta de la Santa Cruz. El día 2 de junio, cerca de Lisboa, en Belem, escribe ya en el galeón Santiago al General de la Compañía de Jesús.
Don Luis de Vasconçelos y Meneses había sido nombrado gobernador del Brasil, disponiéndose a zarpar en una flota compuesta por siete navíos. En tres de ellos, se habían instalado los misioneros jesuitas, llegando a mediados de junio de 1570 al puerto de Funchal (Madeira). Un poco antes, había salido de La Rochela, en el sur de Francia, el hugonote francés Jacques Souris, al mando de sus navíos, ávidos de encontrar algún botín. Llega al puerto de la isla portuguesa pero es rechazado por la artillería del castillo de San Lorenzo y de los cañones de las naves de don Luis Vasconçelos, cuya flota aún se hallaba anclada en la bahía.
Es curiosa la narración de Guillén de Lugo de Casaus -de quien se dice que inició el fabuloso joyero de la Virgen de Las Nieves-, en el acta del cabildo palmero de 28 de julio de 1570, cuando denomina al pirata francés "Capitán Curi", asemejándose este nombre a la pronunciación francesa de "Souris".
El galeón Santiago zarpó del puerto de Funchal con rumbo a Santa Cruz de La Palma el 7 de julio de 1570, aprovechando que los piratas habían abandonado finalmente la isla. A bordo iba el Padre Ignacio de Acevedo con 39 misioneros más y algunos pasajeros, amén de la tripulación. Estuvieron a punto de ser abordados por los cinco navíos de Sourie. Un fuerte viento se levantó repentinamente, lo que dispersó a los barcos, al aproximarse a La Palma. El galeón de los jesuitas tuvo que guarecerse rápidamente en el puerto de Tazacorte. Una vez anclado el galeón, saltaron a tierra los misioneros, quienes fueron acogidos por la familia Monteverde, establecida allí desde hacía algunos años. Se dio la circunstancia de que Melchor de Monteverde y Pruss se había educado junto con el Padre Ignacio en Oporto.
El 13 de julio de 1570 celebró el Padre Ignacio de Acevedo su última misa en tierra, en la iglesia del Patrón de La Palma, San Miguel Arcángel de Tazacorte.
Se cuenta que, en el preciso instante de que el jesuita sumió el cáliz, tuvo una revelación de su próximo martirio. Esto le provocó una tremenda impresión, lo que hizo que con sus dientes produjera una melladura en el borde del cáliz. En las crónicas del alcalde constitucional de la capital palmera Lorenzo Rodríguez, queda recogido ese momento de la siguiente forma: "en un sagrario muy decente se guardaban, con mucha veneración, el cáliz y patena, regalo de San Pío V, con que habían dicho la misa, el cual conservaba una confusa melladura hecha con los dientes incisivos, al tiempo de sumir el linguis, atribuyéndose entonces este hecho a la revelación que en aquel momento había tenido dicho padre de que iba a padecer martirio". Se cuenta que el Obispo de la Diócesis de Tenerife don Luis Folgueras y Sión, en la visita que hizo a La Palma en 1831, se llevó esta reliquia y la envió a Roma.
Las reliquias entregadas por el Papa fueron desembarcadas y entregadas a su amigo Melchor, como muestra de agradecimiento por su acogida y, quizá, para que no cayesen en manos impías según su premonición. El caballero las depositó en la ermita de San Miguel. Este cofrecito se guarda aún hoy en esta parroquia.
El 14 de julio de 1570 zarpa el galeón Santiago rumbo a Santa Cruz de La Palma, por la parte sur de la isla. El mar, por este lado de poniente, se hallaba en calma ese día, lo que obliga al galeón a avanzar lentamente costeando la isla para mejor aprovechar el "terral", la ligera brisa que le llega de tierra.
El corsario Jacques Sourie, a bordo del navío de guerra "Le Prince", pudo interceptar al galeón de los jesuitas cuando éste se aproximaba a la Punta de Fuencaliente, aprovechando los vientos favorables que le venían del mar por la parte del naciente. Esto sucedió al amanecer del día 15 de julio. A los disparos de intimidación por parte de los piratas, les siguen los intentos de abordaje. Mientras tanto, los otros navíos del pirata se iban acercando al galeón "Santiago". A la orden de Sourie, de los cinco barcos franceses saltaron salvajemente sobre el galeón portugués, unos piratas armados ávidos de sangre y riquezas. Nada pudieron hacer los tripulantes y los jesuitas. Todos iban sucumbiendo ante tal atroz ataque. El Padre Acevedo alentaba como podía a sus compañeros y compatriotas. Un capitán calvinista lo hiere en la cabeza con una espada. A duras penas seguía exhortando a los suyos a perdonar a los verdugos, mientras abrazaba con fuerza el pequeño cuadro de la Virgen, obsequio de Pío V. Herido de muerte por tres golpes de lanza, cayó al suelo sin vida.
Los piratas lanzaron por la borda a los cuerpos, algunos moribundos, hasta que los vieron hundirse en el mar. Los martirizados fueron dos sacerdotes, siete alumnos del Escolasticado, ocho hermanos coadjutores y veintitrés novicios.
Tan sólo se le había perdonado la vida al hermano cocinero, un joven que era sobrino del capitán de la nave. No satisfecho con su destino, decide vestirse con el hábito religioso y se declara jesuita. Fue degollado.
Después del martirio, los asesinos llegan a San Sebastián de La Gomera en son de paz. Al paso de los días se fue divulgando la espeluznante noticia. El Conde de La Gomera, don Diego de Ayala y Rojas, recaba de Jacques Sourie la entrega de los 28 miembros de la tripulación y pasajeros lusitanos que tenía prisioneros el corsario francés. Una vez llegados estos hombres a Funchal, relataron minuciosamente al jesuita Padre Pedro Díaz lo ocurrido a bordo de la nave portuguesa. Todo fue recogido en "La Relación del martirio del padre Ignacio de Azevedo y sus compañeros".
Como premonición del acontecimiento que iba a vivir, uno de los mártires, el vizcaíno Padre Esteban Zurara (o Zuzayre, como lo llama el mencionado alcalde en sus "Noticias..."), antes de partir de Plasencia, donde vivía, para ir al Brasil, dijo al Padre José Acosta, su confesor, que "partía alegre y contento por tener la certeza de alcanzar el martirio".
El Papa Benedicto XIV en su Bula de 21 de septiembre de 1742, reconoció el martirio de los cuarenta jesuitas "conocidos por antonomasia con el nombre de Mártires de Tazacorte y S.S. Pío IX en el año de 1862, día de Pentecostés los canonizó".
Santa Teresa de Jesús -que tenía entre los mártires su sobrino Francisco Pérez Godoy , originario de Torrijos, Toledo-, aseguró a su confesor Baltasar Álvarez el mismo día en Ávila haber participado en su oración de la gloria con que el cielo había coronado a aquel invicto escuadrón de mártires misioneros. Le comunicó que había tenido una visión en la que había visto a estos mártires "entrar en el cielo vestidos de estrellas y con palmas victoriosas".
El 11 de mayo de 1854 el Papa Pío IX los beatificó y en el santoral católico aparece reflejada esta festividad el 15 de julio. Se celebra anualmente en Tazacorte, tras la solemne función religiosa concelebrada en honor a los Mártires, la procesión con la talla del Beato Ignacio de Acevedo y la arqueta con las reliquias, las cuales también son expuestas.
En la actualidad (1999) se han colocado en el fondo del mar -a unos veinte metros de profundidad y donde se cree que fueron arrojados los jesuitas- cuarenta pesadas cruces de piedra que recuerdan tan triste episodio. Antes de su inmersión fueron bendecidas por el Obispo Nivariense. Están situadas entre la Punta de Malpica y la Punta de Fuencaliente, cerca de la llamada Boca Fornalla (también conocida por los pescadores de la zona como Cueva de las Palomas). Según nota informativa de don José Feliciano Reyes, su situación exacta es: 28º, 27", 178"" Latitud Norte y 17º, 50", 748"" Longitud Oeste. Se trata de un magnífico e impactante espectáculo visual, una sorpresa para el que desconoce este especial y original monumento. Se encuentra en el punto más famoso de la zona, pues su paisaje submarino es uno de los más hermosos del sur de la isla, cerca de la llamada Torre de Malpique o Malpica, en la costa de Fuencaliente de La Palma. Gracias a la iniciativa del mencionado Sr. Feliciano Reyes -antiguo Director del Patronato Municipal del Museo Naval de Santa Cruz de La Palma- que encabezaba un grupo de personas enamoradas del mar y de su historia, y gracias a la aportación económica del Excmo. Cabildo Insular de La Palma, el sueño de colocar las cruces en el fondo marino se hizo realidad.
A pesar de que "se trata de uno de los hechos históricos y religiosos más importantes que ha tenido La Palma y Canarias", lamentablemente pocos palmeros y canarios conocen esta festividad ni tampoco esta historia.
Se está considerando la posibilidad de nombrar al Padre Ignacio de Acevedo Alcalde Honorario y Perpetuo del municipio. También se estudia el proyecto de acondicionamiento de las cuevas del Time, en el Barranco de las Angustias, para destinarlas a un centro temático que recuerde a estos misioneros. Éstos estuvieron en estas oquedades haciendo penitencia.

LISTADO DE MÁRTIRES

NOMBRE- MARTIRIO- PATRIA
1. P. Ignacio de Azevedo-Muerto a golpe de espada y lanza-Oporto, Portugal
2. P. Diego de Andrade-Lanzado vivo al mar-Pedrogram Grande, Portugal
3. Fr. Antonio Suárez-Lanzado vivo al mar con puñaladas-Alentejo, Portugal
4. Fr. Bento de Castro-Lanzado vivo al mar con golpes de arcabuz-Chacem,. Portugal
5. Fr. Juan Fernández-Lanzado vivo al mar-Lisboa, Portugal
6. Fr. Manuel Alvares-Torturado, lanzado al mar-Lisboa, Portugal
7. Fr. Francisco Alvares-Lanzado vivo al mar-Covilha, Portugal
8. Fr. Juan de Mayorga-Lanzado vivo al mar-Navarra, España
9. Fr. Esteban Zurara-Lanzado vivo al mar-Vizcaya, España

10. Fr. Afonso Baena-Lanzado vivo al mar con puñaladas-Villatobas, Toledo
11. Fr. Domingo Fernandes-Lanzado vivo al mar con puñaladas-Villa Viçosa, Portugal
12. Fr. Gonzalo Anriques-Lanzado vivo al mar-Oporto, Portugal
13. Fr. Juan Fernandes-Lanzado vivo al mar-Braga, Portugal
14. Fr. Alejo Delgado-Lanzado vivo al mar-Elvas, Portugal
15. Fr. Luis Correa -Lanzado vivo al mar -Évora, Portugal
16. Fr. Manuel Roiz -Lanzado vivo al mar -Alcouchete, Portugal
17. Fr. Simón Lopes -Lanzado vivo al mar -Ourem, Portugal
18. Fr. Manuel Fernandes -Lanzado vivo al mar -Celorico, Portugal
19. Fr. Alvaro Mendes -Lanzado vivo al mar -Elvas, Portugal
20. Fr. Pedro Nunnes -Lanzado vivo al mar -Fronteira, Portugal
21. Fr. Luis Roiz -Lanzado vivo al mar -Évora, Portugal
22. Fr. Francisco de Magaihaes -Lanzado vivo al mar -Alcácer do Sal, Portugal
23. Fr. Nicolás Dinis -Lanzado vivo al mar -Bragança, Portugal
24. Fr. Gaspar Albares -Lanzado vivo al mar -Oporto, Portugal
25. Fr. Blas Ribeiro -Decapitado -Braga, Portugal
26. Fr. Antonio Fernandes -Lanzado vivo al mar -Montemor-o-Novo, Portugal
27. Fr. Manuel Pacheco -Lanzado vivo al mar -Ceuta, España
28. Fr. Pedro de Fontoura -Semidecapitado, lanzado al mar -Braga, Portugal
29. Fr. Simón da Costa -Decapitado, lanzado al mar -Oporto, Portugal
30. Fr. Andrés Gonçalves -Lanzado vivo al mar -Vianna d"Alvito, Portugal
31. Fr. Amaro Vas -Lanzado vivo al mar -Oporto, Portugal
32. Fr. Diego Pires -Golpe de lanza, lanzado al mar -Nisa, Portugal
33. Fr. Marcos Caldeira -Lanzado vivo al mar -Évora, Portugal
34. Fr. Antonio Correa -Lanzado vivo al mar -Oporto, Portugal
35. Fr. Fernán Sánchez -Lanzado vivo al mar -Castilla, España
36. Fr. Gregorio Escribano -Lanzado vivo al mar -Logroño, España
37. Fr. Francisco Pérez Godoy -Lanzado vivo al mar -Torrijos,. Toledo
38. Fr. Juan de Zafra -Lanzado vivo al mar -Jerez de los Caballeros, Badajoz
39. Fr. Juan de San Martín -Lanzado vivo al mar -Yuncos, Toledo
40. Fr. Juan Adaucto -Lanzado vivo al mar -Portugal

RELATO DE LOS ÚLTIMOS MOMENTOS DE LOS MÁRTIRES DE TAZACORTE

Los pasajeros habían salido el 7 de Junio de 1570 en la flota -compuesta de siete galeones- que navegaba rumbo al Brasil. En la expedición también se dirigía a la colonia el nuevo gobernador Luis de Vasconcelos de Menezes -Comendador de Villada en la Orden de Cristo-. Los jesuitas se distribuyeron en tres de ellos: el Padre Ignacio de Azevedo con 44 misioneros en el galeón Santiago; el Padre Dias con otros 20 en el navío almirante de la escuadra, y el Padre Francisco de Castro con los restantes en el Os Orfaos.
Llegaron a la isla de Madeira el 14 de Junio y el Santiago alzó velas en el puerto de Funchal el 7 de Julio, ya que tenía que dirigirse a Santa Cruz de La Palma a descargar mercancías. Sin embargo, una borrasca le obligó a arribar al puerto de Tazacorte donde permaneció varios días. En la ermita de San Miguel de ese pueblo palmero, el Padre Azevedo celebró la Santa Misa el día 13. Cuenta la tradición que, durante la Consagración y justo en el momento de sumir la sangre en el cáliz, el jesuita tuvo una visión premonitoria: vio la corona del martirio pendiente de su cabeza por revelación divina. Desde ese momento sabía que iba a morir. En el cáliz, que aún se conserva, es fácil distinguir la huella de sus dientes grabados por obra milagrosa como reflejo de la impresión y arrobamiento recibida por el futuro mártir. Este cáliz estuvo en Tazacorte durante 175 años, desde 1570 a 1745, hasta que el Obispo Juan Francisco Guillén lo extrajo de la ermita regalándoselo a los Padres Jesuitas de Gran Canaria.
Simultáneamente a estos hechos, el pirata francés Jacques de Sores -teniente de Pie de Palo que dirigió el desembarco y saqueo de 1553 y que el año anterior se vio elevado al mando supremo de la flota protestante- también se dirigía con ésta hacia las islas del Océano. Como inmediatos subordinados se hizo acompañar de los capitanes Jean Boucard y Jean de Capdeville. Esto sucedía el 15 de Julio de aquel año. El feroz corsario conocía la ruta de la nave Santiago, en la que viajaban el jesuita Ignacio de Azevedo con 44 misioneros hacia Brasil y, cerca de la punta de Fuencaliente frente a Boca Fornalla, le cortó el paso con su navío de guerra Le Prince, situándose en posición de combate y disparando su artillería para intimar la rendición.
El capitán del Santiago demandó a Azevedo autorización, dada su escasez de hombres útiles, para armar a los novicios, mas el provincial se negó a ello, exhortando a cada cual a cumplir con su propia misión, y ordenando a los novicios, con el maestro Bento de Castro, descendiesen a sus camarotes para orar, y cuando él regresó a cubierta para auxiliar espiritual y materialmente a combatientes y heridos, ya se había iniciado la lucha.
Los hugonotes intentaron por tres veces el abordaje. Sin embargo fracasaban en su intento ante la enérgica resistencia de la tripulación lusitana. Una vez concentrada toda la flota, pudo dar la orden de abordaje y asalto general cayendo los cinco navíos franceses sobre su presa en grupos de 40 hombres por babor y estribor. La lucha adquirió un hondo dramatismo. En medio del fragor de la pelea se distinguía la voz del padre Azevedo animando a sus compatriotas a morir por la fe, en lucha contra sus más declarados enemigos, hasta que atravesado su cuerpo de tres lanzadas, cayó exánime en los brazos de su compañero Diego de Andrade. Esta escena fue inmortalizada por un famoso pintor francés, Jacques Courtois -el Borgoñón-, con sus pinceles.
Los supervivientes de la tripulación y resto de pasajeros, unos 28, se rendían a discreción. El maestro de novicios, Bento de Castro, fue acribillado a arcabuzazos, desfalleciendo en el sollado mientras sus labios proclamaban a gritos su calidad de hijo de la Iglesia romana; Manuel Álvarez que tuvo la noble osadía de hacer ver a los herejes su ceguera, fue apuñalado; el padre Diego de Andrade, que cumplía misión espiritual de confesar a sus compañeros, irritó de tal manera a los luteranos, que se abalanzaron sobre él apuñalándole; e igual fin tuvieron Braz Riveiro y Pedro Frontero.
Los piratas renovaban el fervor y la fe de los supervivientes, que en constante emulación alcanzaban la palma del martirio; dos padres, Gregorio Escribano y Álvaro Mendes, que yacían enfermos postrados en el lecho, tuvieron fuerzas para subir descalzos y semidesnudos al sollado desde donde los lanzaron vivos al mar.
Detenidos y apresados los demás padres y novicios, quisieron los piratas que antes de su muerte les rindiesen alguna utilidad, obligándoles a trabajar en las bombas, con las que se proponían salvar de un seguro naufragio al galeón Santiago. Mientras esto ocurría, los asesinos recorrían los aposentos registrando cofres y talegos para profanar reliquias e imágenes, haciendo escarnio de los ornamentos y objetos de devoción.
Consultado el pirata con sus esbirros sobre la suerte que les preparaba, ordenó una matanza general al grito de "¡Mueran!¡Mueran los papistas que van a sembrar la falsa doctrina en el Brasil!". Los feroces verdugos -dice Rumeu de Armas- cayeron entonces sobre la humilde hueste y sin perdonarles humillaciones de todo género, fueron sucumbiendo, unos a puñaladas, y otros a tiros en confuso montón de ancianos, jóvenes y casi niños sacerdotes y novicios, muertos y heridos.
Es digna de mencionar la actuación de Simao de Acosta, joven de 18 años que, no vistiendo todavía los hábitos y sintiendo Sores conmiseración hacia su persona, se declaró a gritos hijo de San Ignacio para alcanzar la palma del martirio.
Así terminaron sus días coronados por el martirio aquella primera legión misionera de jesuitas, a los que la Iglesia conoce con el nombre de los Mártires del Brasil aunque más apropiado sería llamarlos de Canarias o de Tazacorte, en cuyas aguas sucumbieron. De esta última manera es como han sido reconocidos a través de los tiempos por las generaciones de palmeros.
El Papa Benedicto XIV, en su Bula de 21 de Septiembre de 1742, reconoció el martirio de estos religiosos y Pío IX, en el día de Pentecostés de 1862, los beatificó.

BIBLIOGRAFÍA
ARCHIVO PARROQUIAL DE NUESTRA SEÑORA DE LOS REMEDIOS, Los Llanos de Aridane, libro de Visitas, f,. 177
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- Idem. "Arqueta de las Reliquias", "Casulla de los Mártires", "Cáliz del Presentimiento", "Mártires de Tazacorte", en La Huella y la Senda, Canarias: Viceconsejería de Cultura y Deportes: Diócesis de Canarias, VI Centenario, D.L., 2003
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PROGRAMA. Festividad de los Beatos Mártires de Tazacorte. Parroquia de San Miguel Arcángel. Tazacorte, (15 de julio de 1999).
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«Se pide la creación de un centro para recordar a los Santos Mártires de Tazacorte», El Día, (04 de noviembre de 2003).



Autor: Jose Rodriguez Escudero
Publicado: 13 julio 2009 Blog: La arqueta- El apuron.com